El fuego se ha empleado como método de calefacción desde hace entre 1 y 1,5 millones de años, por lo que la chimenea solo fue un paso más en la domesticación o el control del mismo.
Sin embargo, desde que se empezaron hacer fuegos en el suelo hasta la invención de la chimenea tal y como la conocemos hoy en día han tenido que pasar cientos de miles de años. En este artículo te vamos a enseñar la historia de la chimenea, quién la inventó y cuál ha sido su evolución a lo largo de la historia.
Historia de la chimenea
La historia de la chimenea y su evolución están inevitablemente vinculados a las innovaciones técnicas y a las transformaciones que ha experimentado la vivienda a lo largo de los siglos.
Antecedentes de la chimenea
En los prolegómenos de la civilización, las chimeneas como tales no existían. Se hacían agujeros en el suelo donde se encendía fuego para poder calentarse. En las cuevas y las cabañas se hacía un fuego en el centro para que diera calor a todo el habitáculo. El riesgo de incendio era muy alto, ya que la mayoría de las casas eran chozas de madera.
Poco a poco se fueron ideando formas de controlar el fuego asegurando la zona. Una de ellas fue la creación de hornos de barro en los que se cocían los alimentos y que permitían calentar el espacio. Sin embargo, el humo constituía un problema ya que se expandía por toda la vivienda y podía intoxicar a sus inquilinos.
Los intentos de chimenea en la antigua Grecia
La chimenea es una solución constructiva que apareció de forma relativamente tardía. Los griegos tenían una palabra para denominarla, pero en la práctica no la conocieron. Lo más cercano a una chimenea que tuvieron fue un agujero en el techo que permitía la salida del humo de la vivienda.
Este orificio se llamó kapnodeia. Era un respiradero que se abría y cerraba a través de una válvula. Sin embargo, el método más habitual para hacer salir el humo que se acumulaba era abrir las ventanas, tal y como se observa en el teatro antiguo.
Intentos de chimenea en el Imperio Romano
Tampoco tuvieron chimeneas en el Imperio Romano, en el que empleaban la palabra caminus para denominar a un sistema parecido a la chimenea. Sin embargo, sus avances en este sentido fueron evidentes, ya que usaron sistemas de calefacción central para calentar la casa y el agua que utilizaban.
Estos sistemas, llamados hipocaustos, eran similares a los hornos que empleaban fuera del contexto doméstico. Canalizaban el fuego y el calor a través de tubos instalados bajo el suelo y en el interior de las paredes. Este mecanismo calefactor, que incluía salida de humos, fue muy usado en fraguas, hornos y minas.
Esta especie de hornos calefactores son el origen de las termochimeneas actuales. Con ellos se aumentaba la temperatura del interior de las viviendas, y el humo circulaba de forma externa. Aunque fue un gran avance en la calefacción, este sistema solo se utilizaba en viviendas de familias pudientes que se lo podían permitir.
Por tanto, y, hasta cierto punto, los romanos no vieron nacer las chimeneas, ya que contaban con hipocaustos, que fueron utilizados sobre todo en las termas del Imperio romano. En los siglos siguientes, el sistema se mejoró y se incorporó a los caldarium (salas calientes) de las termas y a las villae, que eran las casas particulares más adineradas.
La ausencia de chimeneas tal y como las conocemos fue la razón por la que las habitaciones más importantes se situaban en el lado sudoeste de las casas. Es por ese lado donde hay un mayor número de horas de sol en las tardes invernales, que era el momento en el que se realizaba la comida principal.
Intentos de chimenea en la Edad Media
Con la caída del Imperio Romano, esta innovación se perdió y se volvió a los métodos anteriores, muchos más peligrosos, aunque estos habían seguido usándose en las casas más humildes. El sistema de calefacción más común consistía en un fuego encendido en el suelo, lo cual generaba residuos y humo dentro del espacio cotidiano.
Debido a esta práctica, algo muy característico de las casas de la Edad Meda era el hollín que quedaba adherido a las vigas del techo. En algunas viviendas se realizaban aberturas en el techo que servían como escape para el humo, pero no eran muy funcionales. Menos aún en días lluviosos.
La primera chimenea de la historia
La chimenea más antigua descubierta hasta la fecha data del siglo I, y se encontró en Pompeya. Se trata de una construcción cuadrada formada por cinco tubos que convergen en un tubo general. Es este tubo principal el que sobresale de la casa por el techo.
Origen de la chimenea moderna
El verdadero origen de la chimenea tiene que ver con los cambios en la estructura y altura de las edificaciones. Cuando se empezaron a construir viviendas con dos o más plantas, surgió un problema. No se podía encender el fuego en mitad de las estancias, ya que era necesario extraer el humo y la planta superior impedía generar aberturas para ello.
Por este motivo, se empezaron a construir estructuras anexadas a las paredes en las que se hacía fuego y el humo salía a través de un conducto. Este fue el nacimiento de la chimenea tal y como la conocemos actualmente.
Sin embargo, con estos primeros diseños el humo salía de la estancia de forma horizontal por la pared lateral. Esta salida de ventilación siguió generando problemas con el humo, ya que este llegaba a las plantas superiores y las rodeaba. Este tipo de chimeneas aparecieron en el siglo XII y eran muy rudimentarias, ya que no tenían jambas ni dintel.
Evolución de la chimenea
La evolución de las chimeneas durante el medievo fue lenta. Uno de los grandes avances se dio en el siglo XIII con el surgimiento de las chimeneas de planta circular y tubos de escape empotrados en los muros. Estas chimeneas tenían una campana semicónica sostenida por patas que la elevaban sobre el suelo.
Chimeneas como parte de la decoración del hogar
En el siglo XIV, las chimeneas pasaron a ser rectangulares, por lo que la campana cónica pasó a ser piramidal. Además, se añadió una cobertura al fondo o trashogar a modo de protección para que el muro de la casa se conservara intacto.
Esta funda protectora estaba hecha de tejas o placas metálicas fundidas. En la parte externa de la chimenea, la que daba al interior de la vivienda, la protección la proveía un arco curvo dintelado construido con grandes piedras o dovelas.
En el periodo renacentista, los artistas aprovechaban cualquier espacio para plasmar su creatividad. Las chimeneas no eran una excepción y llegaron a ser objetos de un gran valor decorativo. En esta época no estaban siempre adosadas a la pared.
En vez de ello, muchas veces se colocaban en el centro de las estancias nobles como elemento estético importante. Sobre ellas a menudo se colocaban trofeos, escudos nobiliarios y panoplias. Además, se adornaban con bajorrelieves, especialmente a finales del siglo XV, en el que empezaron a acercarse de nuevo a los muros de la habitación principal.
En Inglaterra y Francia, la chimenea se reubicó definitivamente en las paredes de las casas nobles a partir del siglo XV. En concreto, se solían situar en el centro de la pared más larga del salón principal. Las chimeneas de estas casas acaudaladas solían ser de ladrillo o granito.
La popularización de la chimenea
Sin embargo, en aquel momento la chimenea ya no era un bien reservado a la nobleza o la burguesía. Se había extendido su uso en el pueblo y las clases modestas, ya que se había eliminado el impuesto que gravaba tener una chimenea en el tejado. Durante mucho tiempo se había considerado un lujo equiparable al de tener balcones o ventanas.
Más tarde, llegado el siglo XVII, se produjo otro avance reseñable. El príncipe del Imperio Romano-Germano Rupert da Rin ingenió una rejilla similar a una parrilla que permitía el paso del aire bajo el combustible. Gracias a ello, el fuego duraba más tiempo encendido y la ceniza se desprendía de las llamas.
La estufa de hierro fundido
Fue en el siglo XVIII cuando Benjamin Franklin inventó la estufa de hierro fundido, a la que bautizó con su nombre. La ventaja de este sistema era que el calor se mantenía incluso después de haber apagado el fuego. Esto se debía a la capacidad del metal para retener la energía calorífica.
La estufa de Benjamin Franklin eliminó totalmente la presencia del humo en el hogar. Generalmente se ubicaba en el centro de la habitación principal. La aparición de este invento redujo el uso de las chimeneas. Sin embargo, su poder de combustión y de generar calor era tal que aumentó el riesgo de incendio.
Las versiones finales
Posteriormente, el Conde Rumsford rediseñó la chimenea, aumentando su seguridad y mejorando las salidas de humo. De este modo, las chimeneas terminaron de adaptarse a las paredes de las casas.
En el siglo XIX se inventaron chimeneas más seguras y con más salidas de humo, lo que hizo que las chimeneas se adaptaran a las paredes de las casas. La Revolución Industrial del siglo XIX también incluyó enormemente en las prestaciones de la chimenea, ya que surgieron innovaciones que permitieron diseñar chimeneas más pequeñas y con materiales más seguros y resistentes. Los principales responsables de estas mejoras fueron los hermanos Adam.
A principios del siglo XX, las chimeneas se habían convertido en elementos imprescindibles de las viviendas. No obstante, en este momento aparece de nuevo el sistema de calefacción central, por lo que la chimenea deja de ser un elemento principalmente pragmático para convertirse en un elemento fundamentalmente decorativo, símbolo de lujo y clase.
La chimenea en la actualidad
En la actualidad, las chimeneas existentes aíslan totalmente el fuego, lo cual maximiza la seguridad en el hogar. Además, los sistemas cerrados consiguen un mayor aprovechamiento del combustible y reducen las pérdidas de calor. De este modo, el calor se mantiene constante. Por lo demás, el sistema no ha cambiado mucho desde el siglo XIX.
En cualquier caso, la chimenea ha quedado relegada a un papel decorativo y romántico a causa de la generalización de la calefacción central, las estufas eléctricas y otros medios de acondicionamiento térmico en las casas. Aunque todavía se utiliza en los pueblos, ocupa sobre todo un papel en el folclore y la tradición.
Historia de la chimenea en España
En España, la historia de la chimenea empieza en Castilla en el siglo XIII. Su uso se extendió a partir del siglo XIV. Y, a partir del Renacimiento, la chimenea dominó el paisaje de las ciudades y los pueblos, sobre todo en España, Italia y Francia. En los siglos XVII y XVIII, las chimeneas se empezaron a fabricar en España y Francia con mármol en vez de piedra.
Etimología de la palabra chimenea
El origen de la palabra chimenea está en el término griego káminos, que dio lugar al vocablo francés cheminée, y llego al español como chimenea. En castellano, la palabra chimenea aparece a finales del siglo XIV. Con anterioridad a esa fecha, la palabra castellana que se utilizaba para nombrar el mismo concepto era fumero o humero.